Historia

La historia de Anantara Convento di Amalfi Grand Hotel incluye periodos como apacible cueva, como convento de frailes capuchinos, instituto náutico y hotel de lujo. El bello enclave en que se encuentra ha tenido una fascinante historia. Un enclave donde no ha faltado la oración ni el descubrimiento, envuelto en aroma a limoneros y con unas impresionantes vistas al Mediterráneo, este lugar ha servido de inspiración a artistas y viajeros de todo el mundo durante siglos.

Cronografía creada en colaboración con el Centro di Cultura e Storia Amalfitana – Amalfi, Italia

UNOS COMIENZOS HUMILDES

En un ejemplar antiguo que narra la historia conocida de la costa de Amalfi, un documento redactado en Nápoles en el año 1022 menciona una gran cueva que posteriormente albergaría el monasterio de San Pietro de Toczulo. En el documento se hace mención a la existencia de terra vacua, es decir, de un solar donde se podría construir .

En el siglo XI, se construyó la sencilla iglesia de San Pietro de Toczolo dentro de la cueva para contemplación de los ascetas cristianos. En 1212, el cardenal amalfitano Pietro Capuano construyó un monasterio contiguo a la iglesia.

ÓRDENES MONÁSTICAS

El lugar se cedió a los monjes cistercienses de Fossanova en 1214, con la promesa de entregarles próximamente fondos del Papa para construir sus cimientos. Transcurridos cerca de diez años, se convirtió en abad bajo el reinado del emperador Federico II de Palermo.

Los frailes capuchinos se ocuparon del convento a partir de 1583. A las órdenes del arquitecto Matteo Vitale, reconstruyeron y reorganizaron el lugar para convertirlo en un convento de capuchinos más amplio y polivalente con celdas individuales, un refectorio y una cocina.

Los monjes’ dedicaban sus días a la lectura y a la escritura de los libros a mano como método de estudio y legado para el futuro. Gracias a su labor manual, al cultivo de las tierras y a la ganadería en ellas, los monjes obtuvieron una cierta independencia económica y permanecieron en el convento hasta el 1813

SON ÉPOCAS DE CAMBIO

Cuando los frailes se fueron, el complejo se le asignó al arzobispo de Amalfi, quien primeramente lo destinó a refectorio episcopal y posteriormente se lo entregó a una familia noble local para servir de “locanda” (o posada)– y de cementerio.

De 1826 a 1835 Gregorio Vozzi puso los cimientos de lo que sería el futuro hotel. A esta hospedería se le bautizó primeramente como Palazzo di Pipinella y después Cappuccini Marina.

Llegado el año 1836, el rey Fernando II decretó que los frailes capuchinos ocuparan de nuevo el convento. Y una vez asentados, los frailes prosiguieron renovándolo, e incorporaron un altar de mármol en la rectoría y un revestimiento de baldosas de mayólica en el suelo.

Corría noviembre de 1866, cuando la ’municipalidad de Amalfi decidió convertir el convento en Instituto Náutico, con la intención de retomar la tradición marinera de la costa. Los aprendices botaban embarcaciones de madera desde la cueva como parte de su formación.

LA ERA MODERNA

Andrea y Alfredo Vozzi – hijos de Gregorio –tomaron el mando en 1882 e hicieron realidad ’los sueños de su padre de convertirlo en un hotel. Posteriormente, el sobrino de Alfredo, Giuseppe Aielli, asumiría el control y funcionamiento del hotel, junto con su mujer y sus hijos.

Tras el devastador desprendimiento de tierra producido en 1899, se añadió una nueva nave lateral, seguida de otra en el año 1939. En la década de los 30, el organismo oficial a cargo del patrimonio antiguo y de los monumentos de la provincia de Salerno se encargó de la restauración de los claustros.

A finales del siglo XIX, los huéspedes accedían al hotel en un sillón montados sobre postes ’que alzaban a hombros los lugareños. En 1933, se instaló un elevador de cristal exterior para que los huéspedes pudieran subir y apreciar al mismo tiempo las espectaculares vistas.

UN ICONO CULTURAL

Inspirado por su estancia en Cappuccini Hotel, el poeta estadounidense Henry W. Longfellow publicó su poema, Amalfi, en 1875. Se hizo tan popular que se imprimió en postales y como memoria, se le dio su nombre a la pintoresca Passeggiata Longfellow, al lado del hotel.

Otro escritor norteamericano, Francis Marion Crawford, cautivado por la costa amalfitana, recreó entre los amplios salones, las habitaciones y el espectacular pórtico de Cappuccini Hotel su novela Adam Johnstone's Son, en 1895.

El antiguo convento amalfitano sugirió elocuentes relatos sobrenaturales, como Mondnacht in Amalfi (Noche de luna en Amalfi) de Hermann Bessemer, 1909, o Robert Kohlrausch’s Das Gespenst von Amalfi (El fantasma de Amalfi), 1915.

En un número de 1922 de la revista francesa Gazette du Bon Ton, una ilustración art déco del artista George Barbier muestra a una mujer bajo un pórtico con columnas del Hotel Cappuccini’, con un vestido de la famosa casa de modas Worth.

Historia

Un documento histórico

Los cimientos de una era monástica

Una abadía cisterciense

Un convento de frailes capuchinos

La vida en el convento

Su periodo como posada

Los orígenes de la hospedería

El regreso de los monjes

Un Instituto Náutico

Hotel Capuccini

Reconstrucción

Modernización

El poema de Longfellow

La novela ilustrada de Crawford

Un resurgimiento gótico

Un entorno muy de moda